sábado, 17 de agosto de 2019

El sutil arte de que te importe un carajo: Un enfoque disruptivo para vivir una buena vida

Recuerdo un día haber discutido dicha dinámica con mi maestro de ruso y él
tenía una historia interesante. Habiendo vivido bajo el comunismo por tantas
generaciones, con nula o mínima oportunidad económica y enjaulada en la
cultura del miedo, la sociedad rusa descubrió que la moneda más valiosa es la
confianza. Y para construir confianza debes ser honesto. Eso significa que
cuando las cosas va mal, lo expresas abiertamente y sin disculpas. Las muestras
de honestidad desagradable fueron ovacionadas por el simple hecho de que
resultaban necesarias para la supervivencia: tenías que saber en quién podías
apoyarte y en quién no, y necesitabas saberlo rápido.
Pero en el Oeste “libre” —según mi profesor— existía una abundancia de
oportunidad económica;tanta oportunidad económica que se volvió más valioso
presentarte de una cierta forma, incluso si era falsa, antes que en verdad ser así.
La confianza perdió su valor. Las apariencias y el arte de vender se
transformaron en maneras de expresión más ventajosas. Conocer a mucha gente
de modo superficial era más benéfico que conocer a pocas personas de manera
cercana.
Por eso, sonreír y externar frases cordiales se convirtió en la norma en las
culturas occidentales; decir mentiras blancas y estar de acuerdo con alguien,
aunque no estés de acuerdo. Por eso la gente aprende a fingir que es amiga de
gente que no le cae bien, a comprar cosas que en realidad no quiere. El sistema
económico promueve esta clase de engaño.
El problema de lo anterior es que nunca sabes, en el Oeste, si puedes confiar
por completo en la persona con la que estás hablando. A veces, este caso incluso
se da entre buenos amigos o familiares. Hay tanta presión en Occidente por
agradar, que la gente con frecuencia reconfigura totalmente su personalidad,
dependiendo de la persona con la que esté tratando.


El sutil arte de que te importe un carajo: Un enfoque disruptivo para vivir una buena vida


No hay comentarios.:

Publicar un comentario