jueves, 15 de agosto de 2019

Estafadores - Matthew Klein

Trucos para hacer estafas.

¿Conoces el timo del chucho de incalculable valor?
Es así: un hombre entra en un bar. Lleva un perro. Le dice al camarero:
—Eh, chaval, ¿puedes hacerme un favor? Tengo una entrevista de trabajo al
otro lado de la calle. ¿Puedes vigilarme el perro durante una hora hasta que
salga?
El camarero le dice que sí, que él se lo vigila.
—Pero oye —le dice el propietario del animal—, es un perro de carreras de
raza, así que vigílalo bien, ¿vale?
Al cabo de unos minutos, un caballero muy bien vestido entra en el bar. Lleva
un Rolex y un traje muy caro. Apesta a dinero. Le echa un vistazo al perro que
está atado a uno de los taburetes de la barra y dice:
—Dios mío, es precioso. Es igual que Muffy, el perro que tenía de pequeño.
Me encantaría comprarle uno igual a mi hijo. —Se acerca al camarero—. Mira,
te lo compro. Dime cuánto quieres por él. ¿Mil dólares? No, espera. ¿Qué te
parecen dos mil?
El camarero dice:
—Lo siento, amigo, no puedo. No es mío. Pero el propietario ha dicho que
volvería dentro de una hora.
El tipo rico mira el Rolex.
—¿Una hora? No puedo esperarme tanto. Pero ¿podrías hacerme un favor? —
Le entrega al camarero su tarjeta—. Toma. Dásela al propietario y dile que me
llame.
—Claro —responde el camarero.
Y el ricachón se marcha.
Al cabo de una hora, el propietario del perro vuelve a entrar en el bar. Está
llorando.
—Ya está —dice—. No puedo más. Otro rechazo. Ya no tengo para pagar el
alquiler. Es imposible. —Mira a su perro con lástima—. Y, claro, no puedo
mantenerlo. —Mira al camarero—. Oye, sé que es pedirte un favor muy grande,
pero parece que al perro le has gustado, chaval. ¿Por qué no te lo quedas?
Cómpramelo. Por unos cientos de dólares. ¿Qué me dices?
El camarero tiene dos opciones. Puede decirle que tiene la tarjeta de un tipo
que está dispuesto a pagar dos mil dólares por el perro o puede callarse. La
mayoría de camareros escogen la segunda opción.
 Así pues, el camarero le paga unos cientos de dólares, pensando que puede
llamar al otro señor y venderle el perro por dos de los grandes en unos minutos.
Con la transacción hecha, el propietario del perro se marcha.
Desgraciadamente, el camarero descubre, aunque demasiado tarde, que el
teléfono que le han dado es falso y que el perro por el que ha pagado trescientos
dólares es un chucho que el estafador recogió de la calle.


Libro: Estafadores -  Matthew Klein



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